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Blog de Javier Memba

El insolidario

Hermosos y malditos

Archivado en: Cuaderno de lecturas sobre "Hermosos y malditos"

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Ésta es, sin lugar a dudas, una de las mejores novelas que he descubierto en mucho tiempo. Su dilatada lectura se debe única y exclusivamente a mis problemas con ciertos placeres cuando dejan de serlo, que no a que esta excelente prosa, encomiablemente traducida, que tanto me atrajo siempre desde que leí esa observación sobre la ironía en la primera página -que es a la inteligencia algo así como esa última pasada con el cepillo que se da a unos zapatos ya limpios-, sea en modo alguno pesada.

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Publicado el 6 de noviembre de 2010 a las 23:30.

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Tintín, Hergé y los coches

Archivado en: Cuaderno de lecturas sobre "Tintín, Hergé y los coches"

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De idéntica manera que los barcos -el medio de transporte trasatlántico en la juventud de Hergé-, los coches juegan un papel determinante en las aventuras de Tintín. Tanto es así que -aunque aquí se dice que es en la viñeta en que coge la moto de la policía alemana por primera vez-, el tupé se le levanta al Valiente cuando, perseguido por los guardias berlineses en Tintín en el país de los soviéticos, les roba el coche a los agentes (pág. 7, tercera viñeta). En la anterior, cuando se tira del árbol en que se encuentra escondido, su mata de pelo aún luce hacia delante.

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Publicado el 13 de octubre de 2010 a las 23:30.

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Más afán de Tintín

Archivado en: Cuaderno de lecturas sobre "Tintín, el sueño y la realidad"

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La comparación entre el espléndido Tintín y el mundo de Hergé (1988), de Benoît Peeters, y Tintín, el sueño y la realidad, del inglés Michael Farr, surge inevitable. Tal vez este de Farr sea un volumen más completo, si bien el de Peeters le sirve de referencia y, al igual que su predecesor -y todos los tintinófilos, sin duda-, Farr también reconoce que el encanto de El Valiente es esa suerte de infancia infinita que proporciona rendirle culto.

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Publicado el 21 de septiembre de 2010 a las 23:15.

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Tintín y el mar

Archivado en: Cuaderno de lecturas sobre "¡Rayos y truenos!, Tintín, Haddock y los barcos"

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A poco que se piense, el mar juega un papel fundamental en las aventuras de Tintín. Los días del reportero fueron los de los grandes transatlánticos. De hecho, salvo el de Vuelo 714 para Sidney pocos son los aviones que coge El Valiente para trasladarse al escenario de sus álbumes. De ahí ese capítulo titulado Otros mares, donde se dice que el desierto, las nieves del Tíbet y el espacio exterior del viaje a La Luna, también son una suerte de océanos para Tintín. En cualquier caso, lo que cuenta en este libro, tan ameno e interesante como toda la literatura que genera la tintinofilia, es lo relativo al mar.

Así, la relación de los barcos que participan en la serie, tanto en su primera versión como la definitiva, es exhaustiva. Como no podía ser de otra manera, destaca entre todos ellos el Unicornio, basado al parecer en un navío de la flota de Luis XIV. Sin embargo, el caballero de Hadoque, aunque afrancesó su nombre -Francis Haddock Esquiere-, es de ascendencia inglesa. Así lo prueba el hecho de su afición al ron, costumbre de la royal navy.

Al igual que en gran parte de la bibliografía tintinófila, el motivo de estas páginas es demostrar cuáles fueron los modelos reales en la inspiración de Hergé. Se pormenoriza de esta forma sobre los navíos que sugirieron el Sirius, el Karaboudjan o el Ramona. Más me ha llamado la atención el estudio de esa viñeta de Tintín en El Congo (pág. 19) en la que se nos explica que, además de autorretratarse junto a Jacobs -como ya hiciera en el palacio de El cetro de Ottokar...-, el maestro dibuja a Quique y Flupi entre los admiradores que van a despedir al Valiente.

 Dentro de esta misma línea, el profesor Aguste Piccard, físico nuclear- que como ya quedó apuntado en El ilustre Tornasol sirviera de modelo para el sabio- aparece en La estrella misteriosa (pág. 55.). La nómina completa de marineros incluida en la serie, acaso el principal oficio de sus personajes, la simpatía que Colón inspiraba a Hergé (pág. 57) o el origen del famoso "¡rayos y truenos!" del capitán (Trueno de Brest en traducción literal del francés), entre otras maravillosas curiosidades, hacen que todo este álbum sea una delicia. Cabe una última curiosidad, Pst -el Pst que naufraga junto a los valientes en Stock de coke- aquí es llamado Ups. No hay duda de que el traductor no es todo lo tintinófilo que debiera, pues también llama El caso Tornasol a El asunto Tornasol (pág. 72).

Del autor, desde luego, no se puede decir lo mismo. Horeau es capaz de descubrir cuando libró su última batalla el Unicornio a raíz de las incisiones hechas por el caballero en la cruz a cuyo pie comienzan a cavar los de Moulinsart. Bien observadas -el lector también puede hacerlo- suponen un calendario llevado a cabo por el antepasado del capitán durante el tiempo que permaneció en la isla.

Por un procedimiento parecido -en base a los bocadillos que rezan "Tres días más tarde", "Una media hora después", viene a demostrar la verosimilitud con que el maestro da cuenta del trasiego de barcos por el Mar Rojo en Stock de Coque.

 

Publicado el 15 de septiembre de 2010 a las 12:45.

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Dos piezas del otro Tolstoi

Archivado en: Cuaderno de lecturas sobre "El vampiro y la familia del Vurdalak"

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            Más que la coincidencia del apellido con Tolstoi, autor que no reviste para mí el interés que debiera, de este pequeño texto me atrajo el segundo de sus relatos, inspiración de uno de los segmentos de Las tres caras del miedo (1963), la película con la que Mario Bava me cautivó.

            Antes de llegar a esas notables páginas, la edición presenta otro relato de este otro Tolstoi, primo segundo del autor de Guerra y paz (1863-1869). El vampiro, la pieza en cuestión, como señala Enrique Moya Carrión en su interesante nota preeliminar, es una más, de las no pocas, narraciones sobre el No Muerto que se adelantaron al sobrevalorado Drácula (1897) de Bram Stoker. Yo siempre he exaltado El vampiro (1819), de John Polidori, el desdichado medico de Lord Byron y el hazmerreír de aquel verano de 1816 en Villa Diodati, en las inmediaciones del Lago de Ginebra que vio nacer a Frankenstein en un mítico duelo de ingenio entre Percy Byshee Shelley, Mary Shelley y el propio Byron. Pero Moya nos propone otros títulos para regocijo de los que como yo abominamos de la cultura gregaria y oficial.

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Publicado el 21 de agosto de 2010 a las 17:00.

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Un nuevo texto tintinófilo

Archivado en: Cuaderno de lecturas sobre "Tintín y Cía"

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            Al final va a ser rigurosamente cierta aquella publicidad que anunciaba los amados álbumes de Tintín en mi remota niñez como una lectura "Para jóvenes de de siete a setenta y siente años". Mi buen amigo Bertrand de Villepin -poseedor de algunas reproducciones numeradas y firmadas por Hergé de otras tantas planchas originales de El asunto Tornasol (1954)- solía recordar aquel eslogan en la lejana juventud. Todo está lejano, salvo el incesante afán por Tintín.

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Publicado el 2 de agosto de 2010 a las 03:45.

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Sobre "Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural"

Archivado en: Cuaderno de lecturas, sobre "Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural"

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            Acólito de Lovecraft sí, como de hecho demuestra el In Memoriam escrito por el outsider de Providence en 1936, tras la noticia del suicidio de Howard, que abre esta edición. Atento a la llamada de Cthulhu, menos. Antes que en la estela de Lovecraft, tal vez debamos considerar a Robert E. Howard en su propio universo, que no es otro que el de Conan, aunque para mí, tanto el original como sus adaptaciones a la pantalla y al tebeo, el bárbaro tiene un interés limitadísimo. Leídos, tras algunos años a la espera, Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural, esa es la primera conclusión que saco.

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Publicado el 16 de julio de 2010 a las 01:30.

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Los discípulos de Lovecraft

Archivado en: Cuaderno de lecturas, sobre "Maestros del horrror de Arkham House" VV. AA. Edición a cargo de Peter Ruber

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Fundada en 1939 por August Derleth y Donald Wandrei para publicar The Outsider and Others[1], el primer libro de relatos de Lovecraft, Arkham House habría de hacer su catálogo original con los acólitos del maestro de Providence: Robert E. Howard, Clark Ashton Smith, Robert Bloch, Frank Belknap Long, los propios Derleth y Wandrei. En su mayoría trabaron amistad con Lovecraft cuando todos colaboraban en Weird Tales, una revista pulp que habría de convertirse en toda una referencia en la literatura sobrenatural.

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Publicado el 16 de junio de 2010 a las 15:30.

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Una historia sobre libros con motivo de la Feria

Archivado en: Cuaderno de lecturas, sobre la Feria del Libro

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            Mi primer recuerdo de la Feria del Libro está ligado al de la antigua Casa de Fieras. Me explico. No es que la tradicional cita de la primavera madrileña tenga alguna relación con las bestias. Antes al contrario. Nada como un libro para desasnar a un burro, aunque por otro lado estimo más a un pollino en su noble inocencia que a toda la clase política con su retórica de la mezquindad. Es por el emplazamiento de tan querida muestra en el Paseo de Coches del Retiro. Discurre en paralelo al ocupado por el antiguo jardín zoológico de mi ciudad, como todavía viene a dar fe una jaula, una inscripción y dos leones, esculpidos en piedra, a los que el tiempo ha ido quitando ferocidad. Siendo yo un niño de apenas cuatro abriles, mi madre me llevaba a ver a los animales para que me comiera el puré de lentejas, porque si no se lo daba al elefante. Y ahora, ya pasada la cumbre de mi edad, mi memoria alumbra tan insólita asociación.

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Publicado el 12 de junio de 2010 a las 12:00.

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Sobre "Tintín divertimento de escritores"

Archivado en: Cuaderno de lecturas, sobre "Tintín divertimento de escritores" VV.AA.

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Esa celebración del 70 aniversario del rey de Bélgica, que tan negativamente me llamó la atención en la primera lectura de la contraportada de este libro y que junto a los 75 años de la creación de las aventuras de Tintín inspira estas páginas, no es más que una minucia que apenas se hace notar en las tramas argumentales de las piezas aquí reunidas. Lo verdaderamente triste es el bajo nivel de la creación literaria de los textos en cuestión. Salvo una o dos excepciones, los personajes de Hergé, casi siempre trasladados a la Bruselas actual, no merecen por parte de los autores un verdadero afán creativo. Muy por el contrario, los protagonistas de las aventuras de Tintín -en la mayoría de las casos- son transportados, según sus características, al aquí y al ahora sin más miramientos.

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Publicado el 27 de mayo de 2010 a las 09:30.

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Javier Memba

Javier Memba

            Periodista con más de cuarenta años de experiencia –su primer texto apareció en la revista Ozono en 1978-, Javier Memba (Madrid, 1959) fue colaborador habitual del diario EL MUNDO entre junio de 1990 y febrero de 2020. Actualmente lo es en Zenda Libros. Estudioso del cine antiguo, en todos los medios donde ha publicado sus cientos de piezas ha demostrado un decidido interés por cuanto concierne a la gran pantalla. Puede y debe decirse que el setenta por ciento de su actividad literaria viene a dar cuenta de su actividad cinéfila. Ha dado a la estampa La nouvelle vague (2003 y 2009), El cine de terror de la Universal (2004 y 2006), La década de oro de la ciencia-ficción (2005) –edición corregida y aumentada tres años después en La edad de oro de la ciencia ficción-, La serie B (2006), La Hammer (2007) e Historia del cine universal (2008).

 

            Asimismo ha sido guionista de cine, radio y televisión. Como novelista se dio a conocer en títulos como Homenaje a Kid Valencia (1989), Disciplina (1991) o Good-bye, señorita Julia (1993) y ha reunido algunos de sus artículos en Mi adorada Nicole y otras perversiones (2007). Vinilos rock español (2009) fue una evocación nostálgica del rock y de quienes le amaron en España mientras éste se grabó en vinilo. Cuanto sabemos de Bosco Rincón (2010) supuso su regreso a la narrativa tras quince años de ausencia. La nueva era del cine de ciencia-ficción (2011), junto a La edad de oro de la ciencia-ficción, constituye una historia completa del género, aunque ambos textos son de lectura independiente. No halagaron opiniones (2014) fue un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada. Por su parte, David Lynch, el onirismo de la modernidad (2017), fue un estudio de la filmografía de este cineasta. El cine negro español (2020) es su última publicación hasta la fecha.  

 


 

          

 

Miniatura no disponible

 

Javier Memba en 2009

 

Javier Memba en 1988

 

Javier Memba en 1987

 

1996

 

 

Javier Memba en la librería Shakespeare & Co. de París

 

 

 

 

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Enlaces

-La linterna mágica

-Unas palabras sobre Vida en sombras

-Unas palabras sobre La torre de los siete jorobados

-50 años de la Nouvelle Vague en Días de cine

-David Lynch, el onirismo de la modernidad en Radio 3

-Unas palabras sobre Casablanca en Telemadrid

-Unas palabras sobre Tintín en Cuatro TV

 

 

ALGUNOS ARTÍCULOS:

Malditos, heterodoxos y alucinados de la gran pantalla

Nuevos momentos estelares de la humanidad

Chicas yeyés

Chicas de ayer

Prólogo al nº 4 de la revista "Flamme" de la Universidad de Limoges

Destinos literarios

Sobre La naranja mecánica

Mi tributo al gran Chris Marker

El otro Borau

Bohemia del 89

Unos apuntes sobre las distopías

Elogio de Richard Matheson

En memoria de Bernadette Lafont

Homenaje al gran Jean-Pierre Melville

Los amores de Édith

Unos apuntes sobre La reina Margot

Tributo a Yasujiro Ozu con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento

Muere Henry Miller

Unos apuntes sobre dos cintas actuales

Las legendarias chicas de los Stones

Unos apuntes sobre el "peplum"

El cine soviético del deshielo

El operador que nos devolvió el blanco y negro

Más real que Homeland

El cine de la Gran Guerra

Del porno a la pantalla comercial

Formentera cinema

Edward Hopper en estado puro

El cine de terror de los años 70

Mi tributo a Lauren Bacall

Mi tributo a Jean Renoir

Una entrevista a Lee Child

Una entrevista a William McLivanney 

Novelistas japonesas

Treinta años de Malevaje

Las grandes rediciones del cómic franco-belga

El estigma de La campana del infierno

Una reedición de Dalton Trumbo

75 años de un canto a la esperanza

Un siglo de El nacimiento de una nación

60 años de Semilla de maldad

Sobre las adaptaciones de Vicente Aranda

Regreso al futuro, treinta años después 

La otra cabeza de Murnau

Un tributo a las actrices de mi adolescencia

Cineastas españoles en Francia

El primer surrealista

La traba como materia literaria

La ilustración infantil de los años 70

Una exposición sobre la UFA

La musa de John Ford

Los icebergs de Jorge Fin

Un recorrido por los cineastas/novelistas -y viceversa-

Ettore Scola

Mi tributo a Jacques Rivette

Una película a la altura de la novela en que se basa

Mi tributo a James Cagney en el trigésimo aniversario de su fallecimiento

Recordando a Audrey Hepburn

El rey de los mamporros

Una guía clásica de la ciencia ficción

Musas de grandes canciones

Memorias de la España del tebeo

70 años de la revista Tintín

Ediciones JC regresa a sus orígenes

Seis claves para entender a Hergé

La chica del "Drácula" español

La primera princesa de la lejana galaxia

El primer Tintín coloreado

Paloma Chamorro: el fin de "La edad de oro"

Una entrevista a la fotógrafa Vanessa Winship

Una recuperación del Instituto Murnau

Heroínas de la revolución sexual

Muere George A. Romero

Un mito del cine francés

Semblanza de Basilio Martín Patino

Malevaje en la Gran Vía

Entrevista a Benjamin Black

Un circunloquio sobre la provocación

Una nueva aventura de Yeruldelgger

Una dama del crimen se despide

Recordando a Peggy Cummins

Un tributo a las yeyés francesas

La última reina del Technicolor

Recordando a John Gavin

Las referencias de La forma del agua

El Madrid de 1988

La nueva ola checa

Un apunte sobre Nelson Pereira dos Santos

Una simbiosis perfecta

Un maestro del neorrealismo tardío

El inovidable Yellowstone Kelly

Que Dios bendiga a John Ford

Muere Darío Villalba

Los recuerdos sentimentales de Enrique Herreros

Mi tributo a Harlan Ellison

La inglesa que presidió el cine español

La última rubia de Hitchcock

Unos apuntes sobre Neil Simon

Recordando Musicolandia

Una novelista italiana

Recordando a Scott Wilson

Cämilla Lackberg inaugura Getafe Negro

Una conversación entre Läckberg y Silva

El guionista de Dos hombres y un destino

Noir español y hermoso

Noir italiano

Mi tributo al gran Nicholas Roeg

De la Escuela de Barcelona al fantaterror patrio

Recordando a Rosenda Monteros

Unas palabras sobre Andrés Sorel

Farewell to Julia Adams

Corto Maltés vuelve a los quioscos

Un editor veterano

Una entrevista a Wendy Guerra

Continúa el misterio de Leonardo

Los cantos de Maldoror

Un encuentro con Clara Sánchez

Recuerdos de la Feria del Libro

Viajes a la Luna en la ficción

Los pecados de Los cinco

La última copa de Jack Kerouac

Astérix cumple 60 años

Getafe Negro 2019

Un actriz entrañable

Ochenta años de "El sueño eterno"

Sam Spade cumple 90 años

Un western en la España vaciada

Romy Schneider: el triste destino de Sissi

La nínfula maldita

Jean Vigo: el Rimbaud del cine francés

El último vuelo de Lois Lane

Claudio Guerin Hill

Dennis Hopper: El alucinado del Hollywood finisecular

Jean Seberg: la difamada por el FBI

Wener Herzog y la cólera de Dios

Gordad, el gran maese de la heterodoxia cinematográfica

Frances Farmer, la esquizofrénica que halló un inquietante sosiego

El hombre al que gustaba odiar

El gran amor de John Wayne

Iván Zulueta, arrebatado por una imagen efímera

Agnès Varda, entre el feminismo y la memoria

La reina olvidada del noir de los 40

Judy Garland al final del camino de adoquines amarillos

Jonas Mekas, el catalizador del cine independiente estadounidense

El gran Edgar G. Ulmer

La última flapper; la primera it girl

El estigmatizado por Stalin

La controvertida Egeria del Führer

El gran Tod Browning

Una chica de ayer

El niño que perdió su tren eléctrico

La primera chica de Éric Rohmer

El último cadáver bonito

La exnovia de James Dean que no quiso cumplir 40 años

Don Luis Buñuel, "ateo gracias a Dios"

La estrella cuyo fulgor se extinguió en sus depresiones

El gran cara de palo

Sylvia Kristel más allá de Emmanuelle

Roscoe Arbuckle, cuando se acabaron las risas

Laura Antonelli, la reina del softcore que perdió la razón

Nicholas Ray, que nunca volvió a casa

El vuelo más bajo de la princesa Leia Organa

Eloy de la Iglesia y el cine quinqui

Entiérralo con sus botas, su cartuchera y su revólver

La chica sin suerte

Bela Lugosi y la sombría majestuosidad de Drácula

La estrella de triste suerte

La desmesura de Jacques Rivette

Françoise Dorléac

Klaus el loco

Una hippie de los 70

Jean Esustache, entre la Nouvelle Vague y el ascetismo

Nadiuska, un juguete roto

Thea von Harbou

Jesús Franco

David Cronenberg

Sharon Tate, como en un cuento de Sheridan Le Fanu

Un guionista sediento

La reina del fantaterror patrio

Dalton Trumbo y los diez de Hollywood

La primera chica que arrojó una tarta 

El desdichado Hércules contemporáneo

En la tradición familiar

El músico del realismo poético

Otro tributo a la gran Patty Shepard

Elmer Modlin y su extraña familia

Las coproducciones internacionales rodadas en España

Marilyn Monrore y su desesperado último gesto

Un amor más poderosos que la vida

El actor atrapado en sus personajes

Entre el fantasma de su madre y el final del musical

Barbet Schroeder

Amparo Muñoz

Samuel Bronston más alla de Las Rozas

Chantal Akerman

Françoise Hardy 

Un antiguo dogmático

Jane Birkin

Anna Karina, su turbulento amor y el Madison

Sandie Shaw, ya con calzado

El gran Serge Gainsbourg

Entre la niña prodigio y la mujer concienciada

La intérprete de Shakespeare que inspiró a The Rolling Stones

La maleta del capitán Wajda

Val Lewton y su dramatización de la psicología del miedo

La alimaña de Whitechapel

Cristina Galbó

La caravana Donner

Eddie Constantine

Un nuevo curso del tiempo

Rosenda Monteros

Una criatura de la noche

Una carta a Nicolás I

Edison y el 35 mm

Barbara Steele

El felón Esquieu de Floyran acaba con los templarios

Entre Lovecraft y Hitchcock

Tchang Tchong Yen recuerda a Hergé

La musa del ciberpunk

Néstor Majnó

Una leyenda del Madrid finisecular

El rey de la serie B

La primera cosmonauta soviética

Cuando la injuria sucede a la fatalidad

Bajo Ulloa y sus cuentos crueles

La cicerone de los Stones en el infierno 

Nace Toulouse-Lautrec

El París del Charlestón se rinde a Josephine Baker

Nastassja Kinski, la dulce hija del ogro

Un tributo a Sam Peckinpah

La leyenda del London Calling

Fiódor Dostoievski frente al pelotón de fusilamiento

Mi alucinada favorita

El hombre de las mil caras

El 7º de Caballería pierde la gloria

Un recuerdo de Silke

El genocidio camboyano

Peter Bogdanovich

Guy Debord y la sociedad del espectáculo

Un héroe de Iwo Jima 

Lupe Vélez tras el último tequila sunrise

El general Lee

Roman Polanski

Un hampón italoamericano

Jane Fonda en su juventud

Kraken en la Cuesta de Moyano

Josef von Sternberg

The Beatles en The Carvern y en el show de Ed Sullivan

Que la tierra le sea leve a Douglas Trumbull

El último superviviente del hampa de Chicago

Inma de Santis

El Álamo

Una musa insumisa

El malvado Zaroff y un elogio a las revistas pulp

Miles Davis

Un polaco y el amour fou

La Legión extranjera como género literario

Conchita Montenegro

Peter Lorre y su cara de villano

El juez de la horca

Syd Barrett

Kathleen Turner

Una caricatura de la hombría

Eric Clapton

Helga Liné

Butch Cassidy

Carlos Arévalo, un cineasta español

Nace el último bohemio

Pascual García Arano

María Perschy

El Combray de Ingmar Bergman

Carlos Castaneda

Una canción de Neil Young

Un suicida dandi

Hedy Lamarr

Philip K. Dick y sus realidades bastardas

La última mujer fatal

Andréi Tarkovski, otro maldito por la censura soviética

Nace la música de la New Age

"Wie einst" Lili Marleen

Una lectura de Byron en Villa Diodati

Un apostol de la sedición juvenil

Ava en mi ciudad

Rider Haggard

Una entrada para la "Historia universal de la infamia"

La Marguerite Duras cineasta

Gallardo y calavera

El hombre que vendió su alma a Elizabeth Taylor

El crímen de Charlotte Corday

Un elogio entusiasta de la urbe

Un ángel caído

Mary Bradbury teme por su vida

Pierre Étaix y su triste gracia

El mejor verano de los Rolling

María Rosa Salgado y su conmovedora discrección

La valentía de Ramón Acín

Sylvie Vartan

La cruz de Malta de Wim Wenders

La epifanía de Louis Daguerre

Carroll Baker

Marie Laforêt y mi amigo Eloy

Eliseo Reclus atisba su quimera

Patty Pravo

Richard Pryor contra sí mismo

Miroslava, una actriz marcada por la fatalidad

France Gall y el doble sentido

Robert Bresson y el cine puro

La gesta de Alekséi Stajánov

Nace el Rimbaud del Rock & Roll seminal

Dominique Dunne, una filmografía que se quedó en el aire

Un actor vampirizado por un personaje

Tolkien publica El Hobbit

La segunda musa de Godard

John Dos Passos entra en la eternidad

Alain Resnais, el cine de la memoria

Una musa del filme noir

El cadáver de Nancy Spungen en el Chelsea Hotel

La historia de Bobby Driscoll

Un icono del feminismo

Recordando a Tina Aumont

Colgaron a Gilles de Rais

Dario Argento

Nico en el cine

Dylan Thomas en su último trance

Brigitte Helm

Un punkie en la Disney 

Nace Billy el Niño

The Wall

Tennessee Williams

Vivien Leigh

Kazuo Sakamaki salva la vida en Pearl Harbor

El proscrito de la Escuela de Barcelona 

47 hombres de honor

Charlotte Rampling

La incomunicabilità del gran MIchelangelo Antonioni

F. Scott Fitzgerald

Un pilar del cómic estadounidense

Juliet Berto

Erik, el fantasma de la Ópera

Una comedia francesa

Un pesimista alegre

Una mirada indolente a la derrota 

Sender en Casas Viejas

Kipling en su último momento

Los hermanos Marx

Puente sobre aguas turbulentas

Anouk Aimée

Mary Shelley

Quentin Tarantino

Neal Cassady 

Natalie Wood

La heterodoxia de Ermanno Olmi

Fu-Manchú

Stefan Zweig pone fin a sus días

 

 

 

 

 

 

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